diumenge, 29 de març del 2009

GRAN TORINO


Tengo poco tiempo, pero prometí un comentario hoy y aquí estoy. El poco tiempo llevará a que dé una opinión muy superficial, pero en estos días en que cosas relevantes han ido pasando (como la muerte de Natasha Richardson, actriz y esposa de Liam Neeson, o que Jessica Lange leerá La plaça del diamant, novela de Mercè Rodoreda, en Nueva York) debía dedicar a esto al menos un par de minutos.

Gran Torino (2008) gusta. De momento no he escuchado alguien que no haya salido con esta impresión. La cuestión es cuánto.

Clint Eastwood es uno de los grandes de Hollywood, y esto no tiene discusión. Su sentido del dramatismo, ni muy forzado ni demasiado oscuro; su transparencia y honestidad a la hora de contar las cosas; los sentimientos plasmados en imagen del vaquero duro e inexpresivo muestran como la sensibilidad está por encima de las lágrimas o las caricias. La sensibilidad está en ver las cosas, y en hacer del hecho de expresarlas todo un espectáculo de belleza, por muy duras que sean.
Clint Eastwood es el abuelo americano que cualquiera podría tener en su casa, pero que esconde en el trastero mucho más de lo que aparenta.

En Gran Torino asistimos, tal y como dijo mi compañero Oriol al western urbano del siglo XXI. Inevitable es pensar en Sin Perdón (Unforgiven, 1992): la venganza y la redención; el cowboy en busca de la justicia del lejano Oeste, conseguida a través del sacrificio del pecador.

En Gran Torino asistimos a un hombre todo poderoso, afincado en su posición de "por encima de la ley", que vive en el prejuicio creado por su experiencia vital. La vida le ha curtido a través de hechos horribles que le amargan sin dejar lugar a su propio perdón. Un cowboy anclado en un pasado en el que el poder está en sus manos por actos que le han dado la potestad de tenerlo. Y de repente, una panda de niñatos asumen el rol que antes tenía un vaquero malo con bigote, violador y asesino. Pero en este caso, los malos tienen bigote de adolescente, una panda de niñatos cuya máxima aspiración es abusar sin ton ni son.

El viejo cowboy racista se encuentra en una ciudad sin ley donde tanto víctimas y verdugos son aquéllos a los que desprecia. Pero como justiciero que es debe elegir un bando, sin poder quedarse al margen. De pronto, todos sus prejuicios son burlados por un contexto que le hace actuar protegiendo a quienes detesta. Y la tragedia está servida.

Gran Torino = Sin Perdón + Mentes peligrosas + House

diumenge, 1 de març del 2009

SLUMDOG MILLIONAIRE


Sólo he visto tres de las nominadas a mejor película en esta 81ª edición. Empecé con la que más tarde descubriríamos que había sido la elegida por la Academia (la de Hollywood de alfombra roja e interminables descripciones de la vestimenta de las glamurosas ovejas del lugar) para ser la "mejor película de 2009": Slumdog Millionaire (Danny Boyle, 2008). Y, como a mucha gente que la vio sin saber mucho aunque sí esperando algo original por quién era su director y cuál su argumento, me encantó.

El otro día mis padres me comentaban: "¿Qué fue tanta historia con Juno? A nosotros nos pareció una muy buena peli de serie B...". Y es que ese es el gran problema de los Oscars. Una película se convierte en la mejor de entre sus candidatas sin significar eso absolutamente nada. Alguien elige entre unas cuantas; alguien decide que son merecedoras del premio más importante otorgado en el contexto de la segunda industria que más produce en cine al año; y entonces alguien dice cuál es la mejor. Pero el mejor de diez no significa que sea un genio. En el caso de Slumdog..., puede que no parezca una película que a priori merezca un Oscar, pero por supuesto lo merece mucho más que la muy comentada El curioso caso de Benjamin Button (The curious case of Benjamin Button, David Fincher, 2008) Pero entonces, te das cuenta que has salido del cine con una sonrisa; al rato te das cuenta que aún te encuentras comentando y discutiendo sobre la película; a los tres días aún piensas en ella. Y eso que las ambiciones eran limitadas...

En India la odiaron. Mi abuela la odió. Yo no he vuelto a ver Trainspotting (1996) porque me deprimió tanto que la odié, aunque no dudé en reconocer su calidad delante de cualquier detractor que pudiese aparecer. La eterna pregunta de la utilidad del cine se ha convertido en una característica propia de la persona tal como una característica genética u otra de cultural. El hecho es que no todo el mundo busca entretenerse, no todo el mundo busca que le distraigan, no todo el mundo busca en el cine las fantasías que nunca se le cumplirán. Pero cierto es que a mucha gente le molesta ver las miserias del mundo, puesto que ya las sienten suficientemente cercanas, y buscan la tópica historia fantástica e inverosímil para satisfacer su fe en que la vida puede ser mejor. Muchos de estos, a primera vista, verán en Slumdog... la excusa perfecta para cabrearse con un director que retrata los trapos sucios de un país con historias para no dormir. Para los más atentos, la película del año guarda en el viaje iniciático del personaje la historia de amor más tierna, humana y recurrente.

El cine musical de Bollywood se ha caracterizado por ser la cara feliz de un país lleno de miseria; la máscara, el maquillaje, la carta de presentación para no asumir la vergüenza de quien no puede dar una vida digna a sus habitantes. Muchos critican a Boyle por haberse apartado de este estilo y haber preferido mostrar una realidad callada. Más con el evidente estilo (que se desvincula de la hipocresía de los jefes del lugar) de La ciudad de la alegría (City of joy, 1992), Slumdog... es una trampa para todos aquellos que ven en ella lo que no quieren ver. Tal y como el cine de Bollywood juega con un contexto futil, Slumdog... hace lo mismo: tomar un contexto hostil, protagonista, oscuro, grotesco que aunque intenta imponerse durante toda la pelúcula no puede porque algo más básico, grande y, en definitiva, más bonito que todo acaba siendo el motor de una historia de supervivientes.

En todas las culturas, en todos los países, durante todas las épocas hay una cosa que el mundo ha necesitado. Y eso lo dijeron los Beatles, pero no lo descubrieron: Todo lo que necesitas... es amor.