El sábado decidí que no hay nada más placentero que no sentir vergüenza a gozar sola de una de mis aficiones favoritas: el cine. Así que me fui donde mis vecinos y compré una entrada para "La última de James Bond, por favor...". La predecesora de Quantum of Solace había resultado una de las sorpresas más agradables que James Bond me había ofrecido en los últimos tiempos (en lo que refiere a su imaginario). La polémica que giró alrededor de Daniel Craig fue el detonante para crear una expectativa que Casino Royale superó. El rubio y musculoso prejuicio andante. Y con sus morritos y su tosquedad consiguió que muchas quedásemos prendadas del nuevo "Bond style", muy alejado de la pijería Brosnan y más cercano a la brutalidad elegante Connery.
Pero faltaba la reafirmación de que ese tiarrón podía ofrecer más que unos morritos y un viril tufo de sex appeal (curiosamente sólo perceptible en la películo). Así que vino la segunda parte. O la quincuágesima... Pero la segunda para la nueva era Craig. Y... debo decir que, para mí, no le llega ni a la suela del zapato a su antecesora.
La película empieza con una acción trepidante, un inicio digno del más necesario cine de acción: coches lujosos, pistolas y adrenalina a tope. Bond 100%. Seguida, una persecución a pie mucho menos glamurosa pero no por ello menos excitante. El aliento contenido, el pulso disparado y los párpados inmóviles. Esta película promete. Pero de pronto, y no se exactamente en qué momento... se deshincha. Sí, muy a mi pesar debo decir que de pronto vuelvo a ver en ella el mismo "vale, pero... ¿y?" de las anteriores Bond. Un leit motiv, vale, pero que no acaba de unir del todo el engranaje. Unos tortazos de Craig muy bien dados pero que tampoco hacen que piense que estoy viendo algo que voy a recordar a los diez días. Una tía que está muy buena, sí... pero no es Eva Green. Todo medias tintas...
En resumen... todos los que queráis ver Quantum of Solace antes de ver Casino Royale para poder opinar sobre el nuevo Bond... no seáis injustos. Esto no es lo que nos vendieron el año pasado. Esto no es lo que se nos ofreció como el nuevo Bond. Conservemos el buen sabor de boca y olvidemos que se ha estrenado una nueva película. Craig es Bond, James Bond (pero en Casino Royale, aquí simplemente lo intenta...).