dimarts, 11 de novembre del 2008

THE SCIENCE OF SLEEP

(La ciencia del sueño, 2006)
Porque es la peli que haría Peter Pan si tuviese el talento de Michel Gondry. O, lo que viene a ser lo mismo, es lo que haría Peter Pan si trabajase en la MTV. Sueños, imaginación, realidad, creatividad y rarezas atrapadas en umbral entre dos mundos.

Parece que Michel Gondry tuviese la necesidad de demostrar en su primera peli, Eternal Sunshine of the Spotless Mind (Olvídate de mí, 2004), que era capaz de sorprender con una buena película, que fuese más allá de la técnica (especialidad que domina) para descubrir que a través de virguerías podía explicar una buena historia. Lo hizo; entró de lleno en el género romántico con una película que poco tenía que ver con las relaciones idílicas presentadas en los argumentos de las pelis del Cosmopolitan. Dió realidad a una historia con un personaje absolutamente vulgar que se compenetraba emocionalmente con otro mucho más estrambótico, pero sin alejarse de un patrón más o menos establecido de rareza. Y consiguió una peli con ángel; con capacidad de sorprender por la manera de ser narrada y por lo que narraba. Ni más ni menos: cuerpo y ánima.

Y me parece, también, que una vez demostrada su rareza, hizo de esa película que sólo pueden hacer los que se la merecen como premio por haber hecho bien los deberes: la peli experimental que les permite ser los Georges Méliès del siglo XXI. La peli que les permite jugar y utilitzar el cine no como herramienta industrial (capaz de crear blockbusters en serie), sino como medio de expresión artística y personal. Si bien esta accepción del cine hoy día comporta riesgos considerables, siempre conforta ver quién se arriesga y quién deja obras que, si bien no se convertirán -en este caso ésta- en una de mis favoritas, sí dejan un buen sabor de boca porque te hacen pasar un buen rato (en este caso por el módico precio de 1 euro). Como mínimo sales con la sensación de que alguien ha hecho la peli que quería hacer, sin importarle que se no recupere la inversión debido a la incomprensión o poca empatía del público (como es el caso, también, de Darren Aronofsky con su The fountain (La fuente de la vida, 2006), que no dejaba de ser el juguete que todo inventor se da la licencia de crear después de haber inventado algo tan útil como la electricidad o el teléfono.

En fin, que si a todo esto le añadimos que gracias al señor Gael García Bernal -aka Dios, según mi amiga Saida- nos alegramos bastante la vista (perfecta su representación de la vulnerabilidad personificada)... pues eso que hemos ganado, no?

Hace falta comentar la teoría que tenía Gondry respecto a Gael, que decía algo así como que era guapo, pero como es tan bajito juega a hacer creer que su altura condiciona su calidad de sex symbol hasta el punto de decir que no puede gustar siendo tan bajito... Esto le hace ser más accesible y le quita de encima todo este halo que impregna a los guapísimos y que los hace menos atractivos (chicas, a quién no le ha pasado que le desagrada un guapo sólo porque cree que se lo tendrá muy creído o sencillamente porque no le queremos dar el placer de aumentar su ego?) y, por tanto, le devuelve todos estos puntos que "supuestamente" le quita el ser bajito...