diumenge, 15 de febrer del 2009

DANNY BOYLE

Danny Boyle es un director conocido por ser el firmante de una de las pelis de culto de los 90'. Después de hacer mucha tele se convirtió en un director con un nombre que muchos recordaríamos por mucho tiempo en poquísimo tiempo de incursión cinematográfica.

En su película estandarte, Boyle recreaba la penosa vida de un grupo de jóvenes que veían en su mierda la justificación para cagarse encima sin tener que dar explicaciones. La vida les trataba mal y ellos no podían luchar contra las reglas escritas. Es el triunfo del infortunio: conseguir un aliado en la resignación y la debilidad.

Con Trainspotting (1996), Boyle se convirtió en el héroe del joven postmoderno inconformista de sofà, además de conseguir demostrar ser capaz de poner su alma en la película y hablar a través de ella. Todo era crudeza y empatía, rabia y dolor. Y se quedó para la posteridad.

Para su andadura eligió como actor fetiche a uno de mis favoritos, no por actor tremendo, sino por su capacidad de poner corazón y tripas en sus personajes. Y así lo debió ver el director inglés, cuando lo contrató para hacer una segunda peli, esta vez muy alejada del tono directo y seco de la anterior. Esta era delirante, cómica, cínica, absurda y expresamente pensada para no pasar a la historia aunque sí para ser recordada por su morro y su falta de ambición. Y de ahí nació una comedia musical que demostraría la capacidad del director para tocar varios géneros sin perder su toque de autor.

Claro que él no escribe los guiones pero sabe qué debe dar a cada libreto para que cada uno tenga el tono que merece. Ternura, acción, angustia, ficción, tensión... A las siguientes producciones las dotaba de distintas intenciones y de su carrera salió la que me atrevería a considerar la primera película de zombies capaz de saltar sin traicionar a sus primos de serie Z-B a 1ª divisón: 28 días después (28 days later, 2002). Y mientras, seguía combinando con películas más personales, como Milliones (Milions, 2004) u otras de género pero que se apartaban un poco del corsé: La playa (The Beach, 2000) o Sunshine (2007).

No es la primera vez que Boyle oye a hablar del Oscar, pero no ha sido hasta su última producción Slumdog Millionaire (2008) que el inglés no ha sido uno de los platos fuertes de la gala del tío Oscar. Ahora queda ver si se trata de una nominación de boy scout (donde lo políticamente correcto y la caridad de los progres de Hollywood convergen para hacer lobby) o de un reconocimiento sincero al trabajo y al arte de este director británico.

(Crítica de la película en la próxima actualización)